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Panax ginseng es una planta legendaria del este de Asia, conocida por su raíz poderosa y su lento desarrollo en bosques frescos y sombríos. Su aspecto discreto esconde siglos de tradición y valor en jardines con alma silvestre.
Panax ginseng es una planta perenne originaria de los bosques templados y sombríos del este de Asia, donde ha sido venerada durante siglos por diversas culturas. Su crecimiento es lento y delicado, lo que la convierte en una especie especial para quienes valoran la paciencia y la conexión con la naturaleza.
Alcanza una altura modesta, con hojas compuestas en forma de estrella y pequeñas flores verdosas que dan paso a frutos rojos brillantes. Sin embargo, el verdadero tesoro se encuentra bajo tierra: su raíz carnosa y ramificada, símbolo de fuerza y equilibrio.
Ideal para cultivar en jardines frescos, húmedos y con sombra parcial, Panax ginseng aporta un aire místico y sereno a cualquier espacio verde. Es una especie exigente pero gratificante, perfecta para quienes buscan especies con historia y carácter.
El ginseng requiere un suelo bien drenado, rico en materia orgánica y ligeramente ácido. Debes sembrarlo en un lugar sombreado y fresco, ya que esta planta no tolera el calor excesivo. Prepara el suelo manteniéndolo húmedo pero sin encharcarlo, y asegúrate de que esté bien aireado.
Las semillas de Panax ginseng necesitan pasar por un proceso de estratificación fría. Coloca las semillas en una bolsa con musgo o tierra húmeda y guárdalas en la nevera a 4-5°C durante 2-3 meses. Luego, siémbralas a unos 2-3 cm de profundidad en primavera, manteniendo una distancia de 15-20 cm entre ellas.
La germinación es lenta, y puede tardar entre 18 meses y 2 años en ocurrir. Durante este tiempo, asegúrate de mantener el suelo húmedo y libre de maleza.
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