Remojar las semillas antes de sembrar es un método previo a la siembra muy sencillo de realizar que disminuye el tiempo de espera para que una semilla comience a germinar. Utilizando el agua para romper antes de tiempo el letargo natural de las semillas.

¿Porqué remojar las semillas antes de sembrar?

Las semillas también están provistas de inhibidores químicos naturales, como algunas fitohormonas, que impiden o retrasan la germinación. Esta es una respuesta evolutiva para dar al interior de la semilla una buena oportunidad de supervivencia.

Antes de que las condiciones sean las apropiadas, las semillas permanecen inactivas. La mayoría de las semillas tienen una capa externa que las protege del medio ambiente, les permite resistir a temperaturas extremas de frío y calor, humedad, fricciones, digestiones animales y otros procesos que sufren en la naturaleza, esta protección natural permite que la germinación no se produzca antes del momento adecuado. Si quieres saber un poco más de biología con respecto a la germinación de semillas echa un vistazo a Germinación de las semillas: los secretos.

Al remojar las semillas en agua el proceso de hidratación de las semillas y su activación se acelera. El agua ayuda a romper las defensas naturales de las semillas permitiéndoles germinar en menos tiempo.

¿Cómo remojar las semillas?

Llena un recipiente con agua, es mejor si el agua está caliente (no hirviendo) pero como la tolerancia a las altas temperaturas depende del tipo de semilla, utiliza agua tibia para mayor seguridad.

Introduce las semillas dentro del recipiente con agua y déjalas dentro mientras el agua se irá enfriando.

¿Cuánto tiempo remojarlas?

Para la mayoría de las semillas se recomiendo remojar las semillas en agua durante 12 a 24 horas, algunas hasta 48 horas, pero no más de este tiempo, si no podrían quedar inservibles para la siembra.

Escarificación (paso previo a remojar semillas gruesas)

Las semillas de gran tamaño o con capas externas muy gruesas, se hidratarán antes en el agua si se escarifican antes de remojar.

La escarificación consiste en lijar la superficie de la semilla con una lija de grano fino, o realizarle unos cortes o golpearla para que se abra con cuidado de no dañar el interior, permitiendo que el agua llegue más fácil y rápido al embrión de la semilla.

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